sábado, 9 de noviembre de 2013

El juego simbolico



El juego simbólico se da a partir de que los niños disponen de la función simbólica que es la capacidad de evocar un objeto o un acontecimiento que no está presente, a través de algún sistema de representación: gestos, imagen mental, lenguaje, dibujo, acciones significantes, juegos de ficción...
 Los primeros símbolos o signos representativos del niño son los que hacen posible el desarrollo de sus sistemas de representación; uno de estos signos es, por ejemplo, cuando el niño hace “como que bebe” de una taza vacía para representar la acción de beber.
Según Piaget, el origen de los símbolos se encuentra en el desarrollo de las capacidades cognitivas. Así, para acceder a la función simbólica, el niño debe haber adquirido previamente la “permanencia de objeto”, es decir, ya no precisa tener objetos presentes para poder actuar con ellos puesto que ya posee la capacidad de evocarlos mentalmente.
Para Vigotsky en cambio, el origen de los símbolos está en el desarrollo social y comunicativo. El niño ha de moverse en un mundo social, relacionarse y comunicarse con otras personas con las que ejercitará e intercambiará los símbolos que vaya adquiriendo.
Por ello, las experiencias emocionales y afectivas entre el niño y los otros son muy importantes para el desarrollo de la función simbólica.
Entre ambos autores, dan una visión completa del origen y desarrollo de la función simbólica, Las primeras actividades con intención comunicativa las realiza el niño entre los ocho y los doce meses y siempre en presencia del objeto al que se refiere.
A lo largo del segundo año los niños comienzan ya a referirse a objetos y situaciones que no están presentes por medio de símbolos: las primeras palabras, los juegos y acciones de carácter simbólico, ciertos gestos representativos que emplea para comunicarse, imitaciones que realiza de los adultos...
Estos primeros símbolos poseen una serie de características:
·         Son conductas perceptibles para un observador ajeno al niño  y, de esta forma el niño logra comunicarse con otros.
·       Consisten en asociaciones simples entre los objetos cotidianos y las acciones que los niños realizan con ellos, y están sujetos al contexto, ya que lo necesitan para hacer inteligible su significado.
A medida que la acción simbólica se enriquece, los símbolos van perdiendo de vista al objeto porque la mente va siendo capaz de evocarlos y organizar su representación por medio de gestos y palabra.
         Durante el juego el niño interpreta a su modo las experiencias que va teniendo, establece sus propias reglas, generalmente para sí mismo y con ello, dice Piaget, va asimilando y aprendiendo y, al estar libre de las exigencias de acomodación al contexto y de dar explicaciones a los otros, puede dedicarse a representar objetos, acciones o situaciones por puro placer lúdico. Es por todo ello, por lo que el “juego simbólico” se convierte en un mecanismo básico de descontextualización y de desarrollo de la función simbólica.
Desde esta posición piagetiana se le da a la función simbólica una importancia asimiladora y lúdica ya que, mediante acciones, gestos, palabras y juegos, los niños exploran, organizan y afianzan sus conocimientos sobre el mundo físico y social en el que viven. 
            El Instinto del Juego             El juego de 2 a 3 años 

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